Manuel Cidoncha estaba de baja por un accidente laboral y recuperándose de una operación de rodilla cuando el pasado 10 de febrero el Gobierno de Mariano Rajoy aprobaba la reforma laboral. Como a cualquier trabajador ocupado, conocer los puntos más relevantes de la nueva ley le produjo cierta «indignación». Sobre todo por lo que se refiere a las mayores facilidades que el cambio legal otorga a las empresas para despedir a sus empleados. Un sentimiento que, en todo caso, le afectaba desde un punto de vista solidario hacia los millones de trabajadores que ven más amenazado su futuro. Ni rastro de temor a que él pudiera ser uno de los primeros perjudicados.
Pero ya sabe que no tiene futuro en la compañía y que su condición de asalariado tiene fecha de caducidad. El 27 de febrero, tras acabar su jornada laboral, la empresa le entregó «por sorpresa» su carta de despido, que será efectivo el día 12. Desde aquel día y hasta este próximo lunes está legalmente 'disfrutando' de las vacaciones que le corresponden. No es el único afectado. «También han sido despedidos otros tres compañeros», denuncia. «Los más mayores de cada departamento». A sus 59 años, Manuel es el mayor entre sus compañeros de almacén. «También han echado a un pintor de carrocería, a un vendedor de coches y a un mecánico». «Todos entre 48 y mis 59 años».
A partir del lunes Manuel se sumará a los miles de guipuzcoanos que han perdido su puesto de trabajo durante la crisis. Pero su caso no es uno más. Tiene una relevancia especial, pues se trata del primer ejemplo conocido en Gipuzkoa de despido favorecido por la reforma. La empresa, que rehusó hacer comentarios a DV, no esconde que su decisión está relacionada con la nueva reforma laboral.
En la carta de despido, explica que la rescisión unilateral de contrato «está avalada» por que «el examen de la cuenta de pérdidas y ganancias durante 2010 y 2011 ofrece un notable descenso de los ingresos de explotación». Es decir, se acoge a uno de los puntos más controvertidos de la nueva norma, el que faculta a las empresas a recurrir a despidos objetivos si el nivel de ingresos o ventas desciende de forma persistente, sin necesidad de que la compañía se acerque o entre en pérdidas. Esta permisividad no es baladí.
Dado que la empresa aún tiene beneficios, -aunque en sus explicaciones añade que «existe una previsión de pérdidas para el cierre de 2011 de 150.000 euros»- a Manuel le habrían pagado como compensación 45 días por año trabajado con un tope de 42 mensualidades al tratarse de una salida improcedente. Con la nueva legislación, su despido obedece a causas objetivas y, por tanto, le corresponden 20 días por año con un máximo de 12 mensualidades.
Eso le lleva a afirmar convencido que «me han despedido porque se lo permite y se lo abarata la reforma laboral. Si no, todavía mantendría mi empleo». «Dice el Gobierno que la reforma va a crear empleo, pues yo le digo que a mí me deja en la calle con 59 años y una indemnización de 18.300 euros», sentencia.
Censura que «la empresa ha actuado con premeditación». Explica que la mutua que le hacía el seguimiento de la baja (cogida a finales de octubre) le dio el alta el 20 de febrero cuando «es evidente que aún no estoy en condiciones de trabajar tras la operación». «Me extrañó mucho, pero no me quedó más remedio que volver al trabajo. Hallé explicación cuando a la semana me entregaron la carta de despido. Se ve que tenían prisa por ahorrarse mi sueldo», remarca. Su sueldo, no su trabajo, ya que asegura que «me han ofrecido hacerme autónomo y seguir trabajando para ellos, ya que no quieren perder mi cartera de clientes», denuncia. Descartada esa opción, confía en que su «amplia» red de contactos le sirva para encontrar otro empleo. De momento, tiene abiertas «varias opciones» de clientes que «no se creen lo que me ha pasado» y que espera acaben fructificando. Mientras llega ese día, protesta junto a sus compañeros y una pancarta frente a la empresa. El miércoles lo hizo por primera vez y hoy volverá a hacerlo.
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