En los últimos meses hay dos conceptos que están de moda; uno es la productividad, y otro, la motivación laboral. Según los gurús de la economía, en el mix de ambos se encuentra la piedra filosofal para que España salga de la crisis. Y no les falta razón. Los números de la OCDE indican que los españoles tenemos que ser más productivos para incrementar la competitividad de las empresas. Pero esta mejora sólo se consigue si las propias empresas motivan a sus plantillas para que trabajen más y mejor.
Un buen ejemplo es el de Iberdrola que recientemente ha anunciado que está cerca de cerrar un acuerdo con los sindicatos para ligar las subidas salariales a los resultados de la empresa y no al IPC. La eléctrica, que ya fue pionera en la implantación del horario intensivo (de ocho a tres), sería la primera empresa española que utilizaría un sistema de retribución variable al estilo anglosajón, que motiva a los trabajadores y los hace partícipes de la marcha de la empresa. ¿Existe acaso mayor motivación que saber que cuánto mejor vaya la empresa mejor te va a ir a ti? La verdad es que no. Pero mucho nos tememos que esos sistemas de managment modernos tienen muy poco futuro en España.
Al contrario que en otros países donde los empresarios tienen muy claro que un trabajador motivado es más productivo, en España parece que aún no ha calado suficientemente esa visión, pese a que los consultores de RRHH insisten cada día en lo importante que es motivar al talento para retenerlo. Quizá se deba a que los empresarios piensan más en términos de eficiencia que de productividad, y miran más los costes que otra cosa. Pero un salario bajo tampoco te hace que trabajes mejor, aunque la empresa crea que sí eres productivo (eficiente) porque le cuestas menos, sino que convierte al empleado en un superviviente que trabaja sin ganas, y cuya única aspiración es que llegue fin de mes para cobrar la nómina, sin aportar ideas o planes que contribuyan a mejorar la compañía.
Y es que aunque algunos piensen lo contrario, la amenaza del despido no te hace más productivo. Que fuera haga mucho frío (más del 20% de parados) no es un acicate para incrementar la motivación. Tampoco lo hacen las bajadas de sueldo que en la actualidad sufren muchos, aunque en los números de la empresa se refleje lo contrario.
La única solución para resolver la ecuación de productividad y motivación pasa por utilizar el ingenio por parte de los empresarios para intentar tener motivados a sus plantillas. Si no se les puede subir el sueldo, tampoco se les debería bajar, ya que un trabajador acepta cobrar lo mismo si las cosas vienen mal dadas para la empresa, pero lo que no entiende es por qué cobra menos. Otro método para mejorar la motivación de los trabajadores es a través de incentivos a largo plazo, o promesas, de que si se consiguen algunos objetivos se le reconocerá.
También existen otras fórmulas para motivar sin tener que tocar el salario. Una de las más utilizadas es mejorando las condiciones laborales, fomentando la conciliación laboral y haciendo al trabajador partícipe del desarrollo de la empresa. Si la empresa gana, el empleado gana y el empresario gana. En esta línea de buscar la participación se encuentra la última idea de Diageo, la líder mundial de bebidas espirituosas, que ha convertido a los empleados de la filial española en diseñadores de las nuevas oficinas, dejándoles la responsabilidad de todo para lograr así un lugar de trabajo donde se encuentren a gusto.
Pero en esta situación de crisis no se suelen dar demasiado este tipo de acciones. Muy al contrario, al trabajador se le pide más y se le da menos. Ante esto, es necesario que el empresario cuide todos los demás detalles, ya que cualquier cosa puede hacer que se desmotive todavía más. Por tanto, es vital para mejorar la productividad tratar a los operarios como personas y no como meras herramientas. Con sólo eso quizá se podrían alcanzar grandes metas.
Por Rafael Pascual
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