jueves, 31 de julio de 2014

Consejos para desconectar del trabajo durante las vacaciones

Ir a trabajar, hacer la compra, llevar a los niños al cole, hacer deporte…El día a día nos puede llevar a convertir nuestra rutina en un estrés por intentar conciliar nuestra vida personal con la laboral. Llega el verano y pasamos una parte de nuestro tiempo pensando en dónde nos gustaría ir de vacaciones, buscando sitios. Cuando ya lo tenemos, contamos los días que nos faltan para irnos y resulta que cuando estamos allí no nos despegamos ni de la blackberry, ni del portátil, ni del ipad.

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¿Te vas con el portátil a la piscina? ¿No eres capaz de dejar la blackberry ni para ir a la playa?, en definitiva, ¿No eres capaz de desconectar de tu trabajo?
Según un estudio de Randstad, un 51% de los empleados piensa en el trabajo durante sus vacaciones. Desde 2009 esta cifra ha ido creciendo progresivamente, aumentando en casi un 20%. Según un estudio de la misma empresa, en 2010, el dato era del 36%. Parece ser que esto viene provocado en gran parte por el estrés provocado por la crisis y el incertidumbre que ésta causa en los empleados. El 8% utiliza la tecnología para estar al día de su trabajo durante las vacaciones y un 15% sigue pendiente de las llamadas de la oficina.
Es importante tomar conciencia de que tenemos que desconectar y descansar en nuestras vacaciones. A la vuelta nos esperan retos para cumplir con los objetivos del año y será menos duro si volvemos relajados y con energía renovada. Para conseguirlo se requiere un esfuerzo previo: planificar y trabajar para delegar en compañeros y colaboradores que a su vez se apoyarán en nosotros cuando llegue su ansiado momento (Rita González, responsable de RRHH en Randstad).
Está claro que si no descansamos y desconectamos, no conseguiremos coger fuerzas. Veamos qué podemos hacer para irnos de vacaciones con los deberes hechos y no tener esa sensación de dejar trabajo pendiente y así poder tener nuestra mente centrada en las vacaciones y no en la oficina:
  • Delega las tareas más importantes. Sabemos que delegar, para muchas personas no es tarea fácil, pero aprender a hacerlo y hacerlo bien, te dará mucha tranquilidad para que te puedas ir plácidamente. Hace poco publicábamos un artículo sobre el tema: decide qué vas a delegar, elige a la persona adecuada y explícale bien el proyecto. Reúnete con tu equipo o compañeros para ver qué tareas se quedan pendientes y quiénes pueden ser las personas de contacto en cada caso.
  • Planifica. No se trata sólo de “pasar los trastos” a otra persona. Pon fechas reales e incluye también lo que no se hará durante tu ausencia y por tanto te tocará hacer a la vuelta.
  • Informa a clientes y proveedores de que te vas de vacaciones. Infórmales de quién será su persona de contacto mientras estés fuera. Con esto conseguirás que no te molesten y puedas disfrutar al máximo.
  • No te conectes durante las vacaciones. Las nuevas tecnologías permiten que nos llevemos el trabajo a cualquier parte y como ya estamos metidos dentro de esa rutina, muchas veces “se nos va la mano” para echar un rápido vistazo a ver si todo va bien. No lo hagas. Si fuera absolutamente imprescindible hacerlo, ponte un horario corto, de forma que el resto del día puedas disfrutar de tu tiempo de ocio.
  • Cambia tu rutina durante las vacaciones. Incluso aunque no vayas a ningún sitio, cambia los horarios, haz otras actividades.
  • Se consciente del tiempo que necesitas para desconectar. Hay personas que necesitan un mes, otras 2 semanas. Se consciente de ello para planificar tus vacaciones.
Si sigues estos pasos, volverás con la mente y el cuerpo descansados y con energías renovadas para conseguir tus objetivos.

¿Consigues desconectar del trabajo en vacaciones o “estás enganchado”?

lunes, 28 de julio de 2014

Traducción de la "noticia" de que el Tribunal Constitucional ha avalado la reforma laboral.

En algunos medios se ha "informado" de que el TC ha avalado la reforma laboral 2012 . En otros se ha "puntualizado" que ha avalado el contrato para emprendedores y la modificación de los convenios ¿¿¿¿???? Ante la "calidad" de algunas de estas "informaciones" vamos a intentar traducir la noticia al lenguaje de los participantes en los juegos del hambre, advirtiendo que la sentencia aún no ha sido publicada:

El TC no ha avalado la reforma laboral sino que simplemente ha resuelto un recurso que el parlamento de Navarra presentó contra dicha reforma.

El TC ha dicho que el contrato de apoyo a los emprendedores no viola la Constitución. Este contrato es el que en Laboro se denominó " contrato Rajoy " y cuya principal característica es que es "indefinido" pero poco, porque tiene un período de prueba de 1 año, pa que al empresaurio le de tiempo a evaluar a la dependienta, limpiadora, vigilante, camarero y demás puestos propios del I+D españistano que por su alta cualificación exigen tan largo período de evaluación. Como tu vecina o vecino, que es virgen pero poco porque está en período de prueba. En la reforma se les olvidó recordar que en período de prueba te pueden echar sin comunicación escrita, sin razones, sin preaviso y por supuesto sin indemnización; pero es que eso no es malo, ignorantes perroflaúticos, sino que es bueno para que los empresaurios levanten Españistán, que la habéis dejao echa una pena.

Pero el TC no ha dicho que ese contrato se pueda usar en todo caso ni menos aún que todo contrato Rajoy sea correcto y por supuestísimo que no ha dicho que no pueda existir el fraude de ley en el uso de ese contrato . Es decir, que tras esta sentencia nada ha cambiado respecto al contrato Rajoy. Por ejemplo, en el caso en el que las finalizaciones de contratos Rajoy fueron declarados despidos improcedentes por un juez, volverían a ser declarados despidos improcedentes tras esta sentencia del TC porque había fraude de ley. Este fraude consistía en que el contrato realmente no era un contrato Rajoy sino un contrato indefinido ordinario, pero se usó fraudulentamente el contrato Rajoy simplemente para buscar un fin diferente que era el despido libre y gratis dentro del primer año. Obviamente, ese fin es el que pretenderán usar los empresaurios al hacer contratos Rajoy, por lo que su finalización seguirá siendo despido improcedente porque el TC jamás ha santificado ni santificará el fraude de ley.

En otros medios, como en al menos dos informativos de TV nacionales, se ha dicho que el TC ha avalado la "modificación de los convenios". Todo profesional o incluso aficionado que lo haya escuchado habrá dicho ¿¿ein?? Por supuesto el TC no ha avalado nada de eso, porque sencillamente no existe la modificación de los convenios por parte de la empresa. Sólo faltaría (ostras, qué idea, asquerosos bolivarianos). Sólo puede modificar un convenio la comisión negociadora del mismo, es decir los representantes de los trabajadores y los representantes de la empresa o patronal, según sea convenio de empresa o sectorial. Por tanto, modificar un convenio es lo mismo realmente que hacer un convenio nuevo y sólo se puede hacer con acuerdo con los representantes de los trabajadores.

Lo que existe es la posibilidad del descuelgue del convenio. Es decir que la empresa deje de aplicar algunos aspectos del convenio. No todos, pero sí los más importantes como el límite de la jornada y la cuantía salarial, pero recordad que es por vuestro bien y si no os vais a Cuba, que no tienen coches buenos. Pero la empresa no puede autorizarse a sí misma un descuelgue sino que precisa que existan causas demostrables económicas, organizativas, etc. y sobre todo necesita el acuerdo con los representantes de los trabajadores. Si no se lo dan porque están a sueldo de Venezuela, la empresa tiene que iniciar un largo camino en busca de que un tercero le apruebe este descuelgue: primero la Comisión Paritaria, luego los arbitrajes vinculantes si existieran y finalmente te vas a la CCNCC, que es la sigla más molona de todo el mundillo laboral y que quiere decir Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos o bien a la Consejería de Empleo de la Comunidad Autónoma según el caso. Demasiao pal empresaurio acostumbrado a hacer verbalmente lo que le sale de la gaita y además sin seguridad alguna en el resultado, si es que le contestaran, y además el descuelgue sólo duraría hasta que se firmara el siguiente convenio. Por eso afortunadamente hay poquísimos descuelgues, comparados con el nº de ERE, ERTE y modificaciones colectivas de las condiciones de trabajo.

Lo que ha dicho el TC al respecto de los descuelgues es que no viola la Constitución el que finalmente sea un tercero (la CCNCC), y no las partes negociadoras, quien pueda autorizar un descuelgue del convenio decidido sólo por la parte empresarial. Por cierto que con 3 votos en contra.

En resumen, que tras esta sentencia del TC nada va a cambiar .

 Los descuelgues no se usarán más ni tampoco se usará más el contrato Rajoy. Más del 90% de los contratos que se hacen actualmente son temporales y entre ellos la mayoría son contratos temporales en fraude de ley . ¿Por qué? Por dos razones insuperables para el empresaurio españistano: por un lado porque es el perro viejo conocido y por otro lado porque se llama temporal, pero el otro se llama indefinido, aunque de indefinido no tenga nada. Por tanto el empresaurio usa este contrato temporal como medida psicológica de presión laboral: "si no tragas te echo cualquier día porque no eres indefinido". El padefo medio no sabe que la finalización de un contrato temporal en fraude es un despido improcedente igual que la finalización de un contrato Rajoy en fraude, pero su "lógica" padefa le dice que con el 2ª es fijo y con el 1º no.

Aún está pendiente de resolución el otro recurso contra la reforma laboral que presentó el PPSOE rojo. Por cierto que en los últimos días han cambiado de jefe en unas elecciones primarias o algo así y todos los candidatos dijeron que si gobernaban derogarían la reforma laboral. A lo mejor lo que han faltado son periodistas que les preguntaran cuál. ¿Sólo la del 2012 del PPSOE azul o también la del 2011 y la del 2010 del PPSOE rojo que iban exactamente en la misma línea? Por no hablar de la historia de todas las reformas laborales , cuya lectura es una vacuna contra el virus de la propaganda.

lunes, 7 de julio de 2014

Enric González: El reloj de Hildy

Es muy curioso esto que llaman credibilidad. Referido a la prensa, parece consistir en algo relacionado con el narcisismo y el onanismo. Atribuimos credibilidad a quien piensa más o menos como nosotros, dice lo que decimos nosotros (o nos gustaría decir) y nos hace sentir en posesión de la razón. Ningún periodista español es creíble para todos. Ni Soledad Gallego-Díaz , la profesional más solvente que conozco: por el hecho de trabajar para El País y la SER, un sector de la audiencia la mantendrá por principio bajo sospecha. Un lector de El País (el diario de la falsa foto de Hugo Chávez) recela por sistema de lo que publica El Mundo (el de la conexión Mondragón), y viceversa; quien lee fielmente a Hermann Terstch piensa que Ignacio Escolar es un propagandista sectario, quien consume prensa del nacionalismo catalán atribuye las peores manipulaciones a la prensa «de Madrid», ya Iñaki Gabilondo siempre habrá quien le saque un asunto de calzoncillos superpuestos. Las cosas funcionan así. Nuestros prejuicios, sumados a otros prejuicios similares, constituyen un nicho de mercado. Cada día más precario, ciertamente. Quizá porque tantas credibilidades enfrentadas desgastan la fe más sólida.


Algunos dicen que Jordi Évole se ha jugado su credibilidad (y la ha perdido) con el falso documental sobre el 23-F. Vaya. Qué desgracia. Me parece muy bien que una parte de la audiencia le critique y otra parte le aplauda, porque para eso está: para ser audiencia y opinar. Resultan un poco más chuscas las críticas de ciertos profesionales que conocen a la perfección las patrañas de sus propios medios, contribuyen a ellas cuando hace falta o las soportan en silencio, porque hay que pagar la hipoteca y educar a los niños. ¡Cuánto pontífice de la verdad!

A mí no me gustó demasiado el falso documental. Llegó a aburrirme. Y, sin embargo, me pareció muy bien. Évole hace televisión. Como artefacto televisivo, el programa cumplió sus objetivos de forma abrumadora: obtuvo audiencia y suscitó debate. Cuando opera bajo la etiqueta de Salvados , Évole cultiva un periodismo mestizo, una información-entretenimiento que satisface a millones de personas. Me incluyo entre ellas. Otras veces, como el domingo, Évole hace otras cosas. Y asume riesgos. Personalmente, habría preferido ahorrarme las excusas posteriores («les contamos esto porque no podemos contarles la verdad»), un poco bochornosas, pero ese es un asunto menor. Lo importante es la provocación, algo bien sabido por los participantes en las tertulias políticas televisivas. Si quieren periodismo puro, austero, riguroso, búsquenlo en algún libro o criben la prensa diaria hasta encontrar una pepita (las hay) de ese material rarísimo. No se lo exijan a la industria. La industria es otra cosa. La industria, amigos míos, existe para ustedes, para sus prejuicios y sus puñetas.

Tiendo a pensar que podríamos confiar un poco más en la prensa, fuera cual fuera el soporte, si cada uno de sus productos incorporara algo parecido al making of ; un relato de cómo se ha construido la información. A eso, en una época, se le llamó nuevo periodismo. Disculpen la divagación, temo que no venía al caso.
Me acojo a la disculpa anterior para precisar que yo no me fui de El País por los despidos (aunque oficialmente fuera uno de los despedidos), ni por las malas formas con que se planteó el expediente de regulación de empleo. Me fui a otro periódico, El Mundo, que también despedía a gente. Lo que me parecía intolerable en El País tampoco era el ambiente opresivo, muy característico de la casa, ni algunas tonterías que se publicaban junto a piezas espléndidas, sino el cinismo de su máximo responsable, Juan Luis Cebrián: el hombre que ha conseguido ganar fortunas arruinando a accionistas y despidiendo a trabajadores; el hombre que debía defender el periódico y lo despreciaba públicamente.

Me fui a trabajar para un director, Pedro J. Ramírez, que también había hecho del cinismo un arte. ¿Han visto la película Primera plana? No la de Howard Hawks (un buen director no puede parecerse a Cary Grant), sino la de Billy Wilder , con Jack Lemmon como el reportero Hildy Johnson y Walter Matthau como el director Walter Burns. ¿Recuerdan el final? ¿Recuerdan lo que ocurre con el reloj que Burns regala a Hildy? Ahí está todo. Ahí está lo que en mi opinión, absolutamente subjetiva, redime a Ramírez. No me importa trabajar para un jefe que me engañe, me explote o me estafe, mientras ame su periódico y me engañe, me explote o me estafe en beneficio del periódico. Es decir, del oficio. Es decir, de algo muy imperfecto para un público muy imperfecto. Me gusta trabajar para alguien que, como yo, disfrute con este asunto tan sucio e impugnable, tan estúpido, tan poco rentable, tan falto de credibilidad y, aunque a estas alturas no se lo crea casi nadie, tan necesario que llamamos periodismo.