lunes, 28 de abril de 2014

La jornada de seis horas funciona

  • *    Un empresa de coches de Goteborg decidió hace once años implantar la jornada de seis horas al 30 por ciento de su plantilla.

  • *    Aseguran  que han doblado la productividad, han mejorado la eficacia y han contratado a más gente.

  • La empresa Toyota en Goteborg tomó hace once años la que podría considerarse como una de sus mejores decisiones empresariales: implantar la jornada de 6 horas en  el departamento de mecánica de la compañía. Con esta medida todo han sido ventajas: han reducido el tiempo de espera de los clientes, han doblado la productividad, han mejorado la eficacia y han contratado a más gente. ¡Todos beneficios!

    El responsable de post venta de la compañía,  Martin Banck,  explica las ventajas de esta jornada reducida. “Hemos contratado a más gente y hemos podido aumentar las ventas y el número de reparaciones sin necesidad de subir los precios.”

    Los aspectos positivos no son solo para la empresa, también para los empleados que tiene más tiempo libre para ellos y más tiempo para conciliar. “También hemos reducido el absentismo y las bajas por enfermedad. El resultado ha sido mejor de lo esperado”, asegura.

    No todos  los empleados del departamento trabajan seis horas. Según Martin Banck  lo “hace el 30 por ciento que cuenta con la aceptación de sus compañeros. “Conseguimos también una actitud positiva entre colegas,” subraya.

    Los trabajadores del ayuntamiento se apuntan a la reducción de la jornada

    Los trabajadores municipales de la segunda ciudad más importante de Suecia disfrutarán también de jornadas más cortas,  más tiempo para conciliar y el mismo salario. El martes, el ayuntamiento aprobó por mayoría la jornada de seis horas que ese pondrá en marcha en “los próximos días”.

    Alex  Berenstein, trabajadora  en la vicealcaldía de Goteborg, explica que la noticia se ha recibido “con entusiasmo” en la ciudad y que “se aprobó por amplia mayoría”.  Preguntada por los sectores en los que se  implementará la normativa apunta “todavía están por decidir aunque  en una primera fase “se probará en los servicios de asistencia a los mayores”.  Con esta medida, confían en “crear nuevos puestos de trabajo al tiempo que aumentarán la productividad”.

    La medida fue propuesta por  el alcalde de la ciudad, Mats Pilhem , miembro del Partido de la Izquierda que ahora está en el poder y que se volverá a enfrentar al veredicto de los suecos a este año, cuando se celebre las elecciones de septiembre de 2014.

    Precisamente, la cercanía de los comicios ha empujado a la oposición a tachar esta medida de populista. Marya Ryden, miembro del conservador Partido Moderado, en declaraciones al diario sueco Metro, mostró su escepticismo ante la productividad y la calificó “de estratagema deshonesta y populista”  

    El alcalde de Goteborg se defendió en el periódico local The Local. “Llevamos mucho tiempo trabajando en esta medida. No se trata de que las elecciones estén cerca”, explicó. “La oposición siempre está en contra de reducir las horas”, concluye.

    Según un Informe de la Organización Internacional del Trabajo, que analiza las horas de trabajo en más de 50 países,  las jornadas de menor duración tienen efectos positivos. Beneficios para la salud y la vida familiar, la reducción de accidentes en el lugar de trabajo, así como mayor productividad e igualdad entre los sexos.

    lunes, 21 de abril de 2014

    Hora de despertar


    He pensado desde hace muchos años, y lo he escrito de vez en cuando, que España vivía en un estado de irrealidad parcial, incluso de delirio, sobre todo en la esfera pública, pero no solo en ella. Un delirio inducido por la clase política, alimentado por los medios, consentido por la ciudadanía, que aceptaba sin mucha dificultad la irrelevancia a cambio del halago, casi siempre de tipo identitario o festivo, o una mezcla de los dos. La broma empezó en los ochenta, cuando de la noche a la mañana nos hicimos modernos y amnésicos y el gobierno nos decía que España estaba de moda en el mundo, y Tierno Galván -¡Tierno Galván!- empezó la demagogia del político campechano y majete proclamando en las fiestas de San Isidro de Madrid aquello de “¡ El que no esté colocao que se coloque, y al loro!” Tierno Galván, que miró sonriente para otro lado, siendo alcalde, cuando un concejal le trajo pruebas de los primeros indicios de la infección que no ha dejado de agravarse con los años, la corrupción municipal que volvía cómplices a empresarios y a políticos.

    Por un azar de la vida me encontré en la Expo de Sevilla en 1992 la noche de su clausura: en una terraza de no sé qué pabellón, entre una multitud de políticos y prebostes de diversa índole que comían gratis jamón de pata negra mientras estallaban en el horizonte los fuegos artificiales de la clausura. Era un símbolo tan demasiado evidente que ni siquiera servía para hacer literatura. Era la época de los grandes acontecimientos y no de los pequeños logros diarios, del despliegue obsceno de lujo y no de administración austera y rigurosa, de entusiasmo obligatorio. Llevar la contraria te convertía en algo peor que un reaccionario: en un malasombra. En esos años yo escribía una columna semanal en El País de Andalucía, cuando lo dirigía mi querida Soledad Gallego, a quien tuve la alegría grande de encontrar en Buenos Aires la semana pasada. Escribía denunciando el folklorismo obligatorio, el narcisismo de la identidad, el abandono de la enseñanza pública, el disparate de un televisión pagada con el dinero de todos en la que aparecían con frecuencia adivinos y brujas, la manía de los grandes gestos, las inauguraciones, las conmemoraciones, el despilfarro en lo superfluo y la mezquindad en lo necesario. Recuerdo un artículo en el que ironizaba sobre un curso de espíritu rociero para maestros que organizó ese año la Junta de Andalucía: hubo quien escribió al periódico llamándome traidor a mi tierra; hubo una carta colectiva de no sé cuantos ofendidos por mi artículo, entre ellos, por cierto, un obispo. Recuerdo un concejal que me acusaba de “criminalizar a los jóvenes” por sugerir que tal vez el fomento del alcoholismo colectivo no debiera estar entre las prioridades de una institución pública, después de una fiesta de la Cruz en Granada que duró más de una semana y que dejó media ciudad anegada en basuras.

    El orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer. Es algo que viene de antiguo, concretamente de la época de la Contrarreforma, cuando lo importante en la España inquisitorial consistía en mostrar que se era algo, a machamartillo, sin mezcla, sin sombra de duda; mostrar, sobre todo, que no se era: que no se era judío, o morisco, o hereje. Que esa obcecación en la pureza de sangre convertida en identidad colectiva haya sido la base de una gran parte de los discursos políticos ha sido para mí una de las grandes sorpresas de la democracia en España. Ser andaluz, ser vasco, ser canario, ser de donde sea, ser lo que sea, de nacimiento, para siempre, sin fisuras: ser de izquierdas, ser de derechas, ser católico, ser del Madrid, ser gay, ser de la cofradía de la Macarena, ser machote, ser joven. La omipresencia del ser cortocircuita de antemano cualquier debate: me critican no porque soy corrupto, sino porque soy valenciano; si dices algo en contra de mí no es porque tengas argumentos, sino porque eres de izquierdas, o porque eres de derechas, o porque eres de fuera; quien denuncia el maltrato de un animal en una fiesta bárbara está ofendiendo a los extremeños, o a los de Zamora,o de donde sea; si te parece mal que el gobierno de Galicia gaste no sé cuántos miles de millones de euros en un edificio faraónico es que eres un rojo; si te escandalizas de que España gaste más de 20 millones de euros en la célebre cúpula de Barceló en Ginebra es que eres de derechas, o que estás en contra del arte moderno; si te alarman los informes reiterados sobre el fracaso escolar en España es que tiene nostalgia de la educación franquista.

    He visto a alcaldes y a autoridades autonómicas españolas de todos los colores tirar cantidades inmensas de dinero público viniendo a Nueva York en presuntos viajes promocionales que solo tienen eco en los informativos de sus comarcas, municipios o comunidades respectivas, ya que en el séquito suelen o solían venir periodistas, jefes de prensa, hasta sindicalistas. Los he visto alquilar uno de los salones más caros del Waldorf Astoria para “presentar” un premio de poesía. Presentar no se sabe a quién, porque entre el público solo estaban ellos, sus familiares más próximos y unos cuantos españoles de los que viven aquí. Cuando era director del Cervantes el jefe de protocolo de un jerarca autonómico me llamó para exigirme que saliera a recibir a su señoría a la puerta del edificio cuando él llegara en el coche oficial. Preferí esperarlo en el patio, que se estaba más fresco. Entró rodeado por un séquito que atascaba los pasillos del centro y cuando yo empezaba a explicarle algo tuvo a bien ponerse a hablar por el móvil y dejarnos a todos, al séquito y a mí, esperando durante varios minutos. “Era Plácido”, dijo, “que viene a sumarse a nuestro proyecto”. El proyecto en cuestión calculo que tardará un siglo en terminar de pagarse.

    Lo que yo me preguntaba, y lo que preguntaba cada vez que veía a un economista, era cómo un país de mediana importancia podía permitirse tantos lujos. Y me preguntaba y me pregunto por qué la ciudadanía ha aceptado con tanta indiferencia tantos abusos, durante tanto tiempo. Por eso creo que el despertar forzoso al que parece que al fin estamos llegando ha de tener una parte de rebeldía práctica y otra de autocrítica. Rebeldía práctica para ponernos de acuerdo en hacer juntos un cierto número de cosas y no solo para enfatizar lo que ya somos, o lo que nos han dicho o imaginamos que somos: que haya listas abiertas y limitación de mandatos, que la administración sea austera, profesional y transparente, que se prescinda de lo superfluo para salvar lo imprescindible en los tiempos que vienen, que se debata con claridad el modelo educativo y el modelo productivo que nuestro país necesita para ser viable y para ser justo, que las mejoras graduales y en profundidad surgidas del consenso democrático estén siempre por encima de los gestos enfáticos, de los centenarios y los monumentos firmados por vedettes internacionales de la arquitectura.

    Y autocrítica, insisto, para no ceder más al halago, para reflexionar sobre lo que cada uno puede hacer en su propio ámbito y quizás no hace con el empeño con que debiera: el profesor enseñar, el estudiante estudiar haciéndose responsable del privilegio que es la educación pública, el tan solo un poco enfermo no presentarse en urgencias, el periodista comprobando un dato o un nombre por segunda vez antes de escribirlos, el padre o la madre responsabilizándose de los buenos modales de su hijo, cada uno a lo suyo, en lo suyo, por fin ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja, miembros de una comunidad política sólida y abierta y no de una tribu ancestral: ciudadanos justos y benéficos, como decía tan cándidamente, tan conmovedoramente, la Constitución de 1812, trabajadores de todas clases, como decía la de 1931.

    Lo más raro es que el espejismo haya durado tanto.

    uerta del Sol, Fotografía de Álvaro Ortíz

    Artículo publicado por Antonio Muñoz Molina

    lunes, 14 de abril de 2014

    ¿Recibes emails del trabajo después de salir? En Francia te obligan a ignorarlos


    Día duro de trabajo, terminas tu jornada y te vas a casa. Al llegar, te da por consultar tu correo y ahí lo tienes: un email del jefe pidiéndote que hagas algo. Pues bien, en Francia esto pronto no será posible, y es que sindicatos y patronal han llegado a un acuerdo: si un trabajador recibe un correo después de terminar su jornada, éste tendrá que ignorarlo. “Tendrá”, sí, como una obligación. Pretenden, de esta forma, liberar un poco a los trabajadores y permitir que éstos “desconecten”.

    Según explica The Guardian, el acuerdo afecta a más de un millón de trabajadores del sector tecnológico y de consultoría (entre ellos Google, Facebook o Deloitte), aunque Slate desmiente la anterior información y aclara que tan sólo 250.000 tendrán que cumplir la nueva norma. Además del correo, dichos empleados tendrán que apagar sus teléfonos del trabajo durante dichas horas.


    Según aclaran en Slate. En primer lugar, no afecta a “millones de empleados” porque “no se aplica a quienes trabajan por días ni a los trabajadores autónomos, ni a los que tengan acuerdos que marquen un horario fuera del convenio”. Es decir, sólo tendrá efecto sobre aproximadamente un 25% de los trabajadores de las compañías que han firmado el acuerdo, unos 200.000 o 250.000. 

    ¿Y si hay alguna urgencia? “Podemos admitir trabajo extra en circunstancias excepcionales, pero debemos siempre volver a lo que es normal, que es desconectar, dejar de estar permanentemente en el trabajo”, dice uno de los impulsores de esta medida. En un mundo en el que casi todos vivimos siempre o casi siempre conectados, esto no va a ser sencillo. ¿Veremos cómo este tipo de normas, para conciliar el ámbito profesional con el personal, se implantan en otros países? ¿Es hora de hacerse francés? O, la gran pergunta: ¿serías capaz de cumplirlo?

    Se puede leer el texto del acuerdo aquí (en francés).

    lunes, 7 de abril de 2014

    El paraíso de los mediocres


     

    Sucede en todos los países del mundo.         Desde hace siglos, quizás desde siempre.

    Se trata de un mal que se ha extendido como una infección y que aqueja a todas las sociedades: el mundo está gobernado por los “peores”.

    Las personas con menos escrúpulos y menor empatía hacia los demás acostumbran a alzarse con los puestos de poder.

    No se trata de una oscura conspiración: sigue las mecánicas lógicas de funcionamiento del propio Sistema, basado en la más desenfrenada competitividad y en el darwinismo social.

    Solo los que compiten mejor, es decir, los que albergan menos barreras morales y emocionales a la hora de actuar en su propio beneficio alcanzan los puestos dirigentes.

    Es algo que sucede constante e invariablemente en las grandes estructuras jerarquizadas, como por ejemplo las corporaciones transnacionales y sobretodo, en los partidos políticos, máximo exponente de estas mecánicas de ascenso social.

    Es así, no seamos ingenuos: el mayor capital de un político no radica en su capacidad de gestión ni en la pureza de su ideología, sino en su habilidad a la hora de conspirar, crear alianzas, corromper y llegado el caso, traicionar a quien sea necesario con el fin de alcanzar el poder.


    Éste es el lado oscuro del talento político.

    Pero evidentemente, estas habilidades “oscuras”, deben venir acompañadas de un alto nivel de formación, don de gentes, carisma, capacidad oratoria e interpretativa y un perfecto dominio de la escena mediática, competencias todas ellas indispensables a la hora de embaucar a las masas y a la hora de dignificar la imagen del partido político al que representan y a los votantes que depositan su confianza sobre ellos. Estas son las habilidades que representan el lado brillante del talento político.

    Así pues y resumiendo, un político actual debe estar dotado de ambos tipos de talento si quiere convertirse en un gran líder.


    Así sucede en casi todos los países del mundo.

    Excepto en un pequeño rincón, un territorio mágico de cuento y ensueño, una tierra legendaria en la cual solo hace falta el talento oscuro a la hora de gobernar. Y no solo eso, en este lugar “maravilloso”, con sus propias reglas de funcionamiento, el mediocre, el estulto, el ridículo y el incapacitado parte con ventaja en su carrera hacia el poder.

    A estas alturas ya lo habréis adivinado: ese lugar se llama ESPAÑA.

    Solo hace falta mirar a sus gobernantes a lo largo de los últimos 100 años. Es difícil encontrar una colección de personajes más mediocres e incapacitados que los que han gobernado nuestro país en los últimos decenios.


    Líderes sin carisma, sin estudios de nivel, ni talentos destacables; incapaces de hablar otro idioma que no sea el castellano sin correr el riesgo de caer en el más lamentable de los ridículos; politicuchos del tres al cuarto con una oratoria vulgar y que apenas dominan los rudimentos más básicos del que debería ser su oficio; personajillos lamentables que no saben ser ni estar y que no merecen ni la más breve reseña en los libros de historia.


    En cualquier otro país la suya seria una existencia anodina y gris, imperceptible para el devenir del país, engullidos por la marea humana y disuelta su nula personalidad en el ácido de las masas. Pero sin embargo, en España, llegan a presidentes del gobierno.

    Y algunos de ellos, incluso después de haber mostrado innegables síntomas de enfermedad mental, llegan a ser reelegidos.

    Y no es algo que se circunscriba a las últimas décadas.
    Ahí está el indignante ejemplo del dictador Francisco Franco que llegó a gobernar durante 40 años.

    Es difícil hallar a un sujeto más incapacitado en todos los aspectos de la vida de un hombre, a un personaje más ridículo y deforme: con su voz aflautada, sus poses amaneradas, su nula marcialidad y su supina ignorancia, llevada al extremo.

    Compararlo con otros líderes contemporáneos a él resulta incluso grotesco, más allá de las ideologías políticas que éstos profesaran y de las atrocidades que cometieran: Roosevelt, Churchill, Mussolini, Stalin o Hitler, personajes todos ellos de primera línea, con auténtico magnetismo, carisma y talento, incluso para ejercer el mal absoluto.



    Y este contraste entre la insultante mediocridad de los líderes españoles y el carisma y capacidad de los líderes de los demás países se repite incesantemente, una y otra vez, sin apenas excepciones significativas.


    Ahí tenemos el ejemplo vivo del actual presidente español, un hombrecillo acomplejado, estólido y sin personalidad que se oculta tras pantallas de plasma, con el fin de no evidenciar su incapacidad intelectual ante la posible pregunta incómoda de un periodista.




    Y en contraste con él, François Hollande, el Presidente de la República Francesa, quizás el líder francés menos carismático y capacitado de las últimas décadas y que sin embargo afronta las más largas e incómodas ruedas de prensa, en vivo y en directo, demostrando con ello el dominio de las nociones más básicas de su oficio como político.

    ¿Qué sucede pues en España? ¿Qué extraños mecanismos llevan al poder a los mediocres y a los necios?
    ¿Es algo casual, se trata de una gran conspiración o es el reflejo de la degeneración psicológica de toda una sociedad?

    No hace falta ser demasiado observador para ver que se trata de la tercera opción.


    La recompensa del mediocre

    Por alguna razón, digna de un análisis profundo, la sociedad española tiende, por naturaleza, a premiar al bruto, al cretino, al zafio y ante todo, al que hace bandera y exhibición de la más absoluta ignorancia.

    Debe ser la única sociedad del mundo occidental que recompensa y celebra la estulticia ajena y la eleva a la categoría de virtud o gracia nacional.

    Las televisiones están repletas de lamentables ejemplos de ello: es difícil encontrar en otro país tal cantidad de “frikis”, majaderos, sinvergüenzas, timadores de baja estofa y botarates ganándose generosamente la vida gracias a su deformidad psicológica.


    Pero esta celebración de la ignorancia y la incapacidad no se circunscribe a los “frikis” televisivos.
    Las constantes e innumerables muestras de incompetencia de dirigentes y mandatarios, lejos de provocar oleadas de indignación que deriven en ceses de sus cargos, acaban convirtiéndose en motivo para el chascarrillo y la bromita fácil.

    Entra aquí en funcionamiento el subterfugio del “sentido del humor español”, como excusa perfecta para justificar la inacción.


    Toda indignación deriva así en risitas bajo el ostentoso lema de que “sabemos reírnos de nosotros mismos”, hasta el punto de convertir la lógica rabia inicial hacia el estafador en un entrañable sentimiento de proximidad y comprensión hacia él.


    Es decir, a base de humor y chistes, en España se acaba premiando al incapacitado e incluso se hace gala de ello, como si fuera motivo de orgullo nacional.

    Y llegados aquí, la pregunta que todos deberíamos hacernos es:


    ¿POR QUÉ EN ESPAÑA SE PREMIA LA MEDIOCRIDAD Y LA ESTUPIDEZ?

    Y la respuesta no puede ser más desalentadora: se debe a que gran cantidad de españoles padecen un grave problema de indignidad personal, cuyas raíces son culturales. Nos explicamos.

    La identidad de cualquier persona se conforma en base a una serie de factores tanto personales como externos:
    • Los personales, proceden de las propias características innatas y de las vivencias interiores de cada uno.
    • Los externos proceden de nuestro entorno familiar, social y cultural.
    Podríamos decir que, a grandes rasgos, todos tenemos una parte de nuestra personalidad propia e individual y otra parte procedente del influjo cultural y étnico en el que hemos crecido.

    Esto es lo que, por ejemplo, “diferencia a un Alemán de un Español” y da pie a todo tipo de tópicos identitarios, que a pesar de ser tremendamente inexactos e injustos en la mayoría de los casos, innegablemente reflejan ciertas tendencias que acaban moldeando la conducta de los individuos de cada lugar. Es lo que podríamos calificar como nuestro “ADN cultural”.

    Y por lo visto, el “ADN cultural” español lleva incorporada la promoción de la indignidad personal y el envilecimiento voluntario. Dicho en otras palabras, el español tiende a rebajarse como individuo, hasta tener una visión deformada de sí mismo y de los demás.

    Una cuestión de esfuerzo

    Sean cuales sean las raíces culturales concretas del problema y sus orígenes, la gran diferencia entre vivir teniendo dignidad y vivir sin tenerla, radica en el esfuerzo que el individuo debe dedicar a su propia construcción personal.

    Tener dignidad y decencia implica una lucha vital constante, pues el individuo digno debe esforzarse para estar a la altura de la visión que tiene de sí mismo y eso significa no dejarse pisotear por nada ni por nadie y defender sus derechos individuales contra viento y marea, cada segundo de su existencia y hasta el fin de sus días.


    La dignidad y la decencia son contratos que uno hace consigo mismo con el fin de elevarse como ser humano y exigen las más altas cotas de autoexigencia y responsabilidad ante el juez más implacable de todos: la propia conciencia.

    Por esta razón, y aunque parezca increíble, no tener dignidad personal resulta mucho más cómodo y confortable a la hora de vivir, pues aceptar la propia bajeza como algo natural, inherente e inevitable, implica no tener que esforzarse en absoluto ante uno mismo.

    Éste es el resorte clave sobre el que se asienta todo este perverso mecanismo mental, que por razones culturales, infecta la mente de demasiados españoles.


    Consecuencias a escala social

    Evidentemente, cuando alguien cae en estas mecánicas de funcionamiento a escala psicológica profunda, lo último que quiere ver ante sí es a alguien con dignidad, luchando por mantenerla en alto, pues pone de relieve su propia vileza.

    Así es como, gran cantidad de españoles, aquejados como están por este mal, tienden a celebrar la vulgaridad, la zafiedad y la idiotez de los más variopintos personajes, pues en el fondo se identifican con ellos, y al premiarlos por sus actitudes, de alguna manera recompensan con ello su propia bajeza y alivian así el resquemor que les produce su propia indignidad.



    Y así, siguiendo estas dinámicas de identificación y reflejo en el indecente, en el obtuso, en el ignorante y en el que no se autoexige, en España acaban alcanzando el poder los personajes mas mediocres y torpes, rebajando con ello la dignidad del propio país como tal y reforzando y retroalimentando el propio envilecimiento voluntario de sus habitantes.

    Se trata pues, de un mecanismo psicológico de raíz cultural, instalado en la mente de muchos ciudadanos españoles que, en base a lógicas bien simples, consigue deformar la conducta de toda una sociedad.

    Así nace el deporte nacional

    Pero aquí no terminan los desgraciados efectos que provoca esta terrible tara cultural. Las consecuencias son aún mucho peores. Pues no solo se premia la estupidez y la exhibición impúdica de la ignorancia. Lo peor es que se genera una tendencia que castiga al digno, al decente, al capacitado, al inteligente y al talentoso. Y lo hace a través del llamado “deporte nacional español”: la envidia.


    Pero no se trata de la envidia relacionada con las posesiones materiales o físicas de las demás personas, sino de la auténtica envidia, la envidia profunda, la que tiene que ver con la esencia humana de los demás.

    No es la envidia a “lo que tienen” los otros, sino a “lo que son”.

    Y este tipo de envidia profunda, tan honda que es casi a “nivel espiritual”, solo puede nacer de alguien con un ínfimo nivel de dignidad personal y conciencia de sí mismo, tan incapaz de aceptar sus propios defectos, que intenta eliminar las virtudes de las personas que ponen de relieve su propia bajeza.

    Y la sociedad española está especialmente aquejada por este mal.

    La adoración al déspota

    Pero se produce aún un efecto colateral adicional, que solo sirve para empeorar aún más las mecánicas sociales del país.

    Y es que en su afán por mantenerse vivo, el sentimiento de indignidad eleva a los altares al orgulloso y al prepotente, es decir, al que aquejado por el mismo mal de la indignidad personal, necesita humillar a los demás con el fin de elevarse a sí mismo. La sociedad española tiende por naturaleza a respetar y admirar este tipo de actitudes.

    Ahí tenemos varios ejemplos mediáticos, aunque anecdóticos: los Mourinhos, los Ristos Mejides o los Chicotes, todos ellos con una característica en común: la más descarnada falta de respeto, que la masa indigna califica hipócritamente como “sinceridad sin tapujos”.


    ¿Habrían alcanzado tales niveles de popularidad mediática estos personajillos si trataran con consideración y cortesía a las demás personas? Seguro que no.

    El desprecio y el desdén que exhiben son la garantía de su éxito, pues sus invectivas hacia los demás son el reflejo del castigo y el desprecio que los propios indignos anhelan recibir en sí mismos.

    Es un puro acto de sadomasoquismo y rendición servil a la autoridad despótica, al “líder fuerte que castiga”. 

    La base de todo fascismo.

    Tras ello se oculta, de nuevo, ese mecanismo necesario de retroalimentación, propio del sentimiento de indignidad: nada mejor para rebajarse a uno mismo que ser menospreciado y vilipendiado sin piedad por alguien tan indecente que necesite hacerlo con el objetivo de sentirse superior y ocultar su propia vileza.

    El indigno, así, se ve reflejado e identificado no solo con la víctima del menosprecio, sino con el ejecutor del abuso. Una doble forma de reforzar el mecanismo psicológico.

    La verdad es que duele aceptarlo.

    Pero estas dinámicas profundas a escala psicológica son las que hacen de España el país que es en la actualidad y no el que podría haber sido. Las pruebas están ahí y así lo estamos pagando todos.

    Muchos autodenominados “patriotas” se llenan la boca de Españas, constituciones, himnos, toritos, banderitas, coronas y otras payasadas de tienda de souvenirs.


    Quizás el primer paso que debería dar un “patriota” de verdad es recuperar su dignidad personal como individuo, no a través de la pose orgullosa, rancia y cerril tan propia de éstas tierras, sino recuperando la conciencia de lo que uno mismo es en esencia, como persona.

    ¿Qué “patria” surgiría en una sociedad formada por individuos así?
    Seguro que no sería una gobernada por mediocres.

    viernes, 4 de abril de 2014

    Especial Esperanza Aguirre (FDS) by MDV



    La sección de hoy no podíamos dedicársela más que a Esperanza Aguirre. No sabemos si porque quería volver a estar en todos los medios y recuperar su protagonismo aprovechando que hoy estrenan Need for Speed ayer se dió a la fuga en Gran Vía haciendo de ello el preestreno, pero el caso es que los rumores dicen que Benzemá ya la ha retado a echar una carrera por la madrieña M30. Hagan sus apuestas señores...







































































    Agradecer a nuestra fuente: El Mail del Viernes la sección de hoy. Y como homenaje nos despedimos como hace él en sus correos:

     Arturo Hernández 
    (Mail Del Viernes CEO (y becario)

    @maildelviernes
    mdviernes@gmail.com
    "Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia"






    miércoles, 2 de abril de 2014

    El paro bajó en 16.620 personas en marzo en España, su mayor descenso en este mes desde 2006

    El volumen total de parados alcanzó a cierre del pasado mes la cifra de 4.795.866 desempleados.

    El número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo (antiguo Inem) bajó en marzo en 16.620 personas respecto al mes anterior (-0,35%), su mayor descenso en este mes desde 2006, hasta situarse el total de parados en 4,79 millones, informó este miércoles el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

    En concreto, el volumen total de parados alcanzó a cierre del pasado mes la cifra de 4.795.866 desempleados, tras reducirse en el último año en 239.377 personas (-4,75%). En términos desestacionalizados, el paro se redujo en marzo en 17.000 desempleados, su mayor descenso en este mes dentro de los últimos diez años, y ya acumula su octavo recorte mensual consecutivo, lo que no sucedía, según el Ministerio, desde el año 1999.

    Marzo es un mes en el que suele reducirse el paro, aunque esta tendencia cambió durante los años más duros de la crisis. Así, el desempleo en los meses de marzo de 2009, 2010, 2011 y 2012, especialmente en 2009, cuando casi 124.000 personas se quedaron en paro. En los últimos cinco años, el desempleo creció de media en 41.163 personas. 

    El descenso de marzo de este año es el segundo que se produce desde 2009, tras el registrado en marzo de 2013, cuando bajó en 4.979 personas.

    El paro bajó en marzo en el sector de la construcción, con 13.892 desempleados menos (-2,1%); en la industria, con 5.565 parados menos (-1,1%), y en los servicios, que registraron 21.208 desempleados menos (-0,69%, y subió en la agricultura, con 14.854 parados más (+6,9%), y en el colectivo sin empleo anterior, que se incrementó en 9.191 desempleados (+2,4%).

    El desempleo descendió en marzo en trece comunidades autónomas, especialmente en Comunidad Valenciana (-5.902 parados) y Cataluña (-5.119 desempleados) y subió en cuatro, encabezadas por Andalucía, con 10.060 parados más, y País Vasco, que sumó 2.112 nuevos desempleados.

    En cuanto a la contratación, en marzo se registraron en el antiguo Inem un total de 1.216.637 contratos, un 25,4% más que en marzo de 2013. Del conjunto de contratos, 113.481 fueron contratos fijos, cifra que equivale al 9,3% del total de la contratación y que es un 15,7% superior a la de un año atrás.

    El descenso de marzo de este año es el segundo que se produce desde 2009, tras el registrado en marzo de 2013, cuando bajó en 4.979 personas.

    Cae en construcción industria y servicios

    Según los datos de Empleo, el paro bajó en mayor medida entre los varones, con 13.935 desempleados menos (-0,60%), frente a un recorte del paro femenino de 2.685 personas (-0,11%). Así, el total demujeres en paro se situó al finalizar el mes pasado en 2.475.179 y el de varones, en 2.320.687.

    El paro bajó en marzo en el sector de la construcción, con 13.892 desempleados menos (-2,1%); en la industria, con 5.565 parados menos (-1,1%), y en los servicios, que registraron 21.208 desempleados menos (-0,69%, y subió en la agricultura, con 14.854 parados más (+6,9%), y en el colectivo sin empleo anterior, que se incrementó en 9.191 desempleados (+2,4%).

    Por edades, el desempleo aumentó en 2.978 personas entre losmenores de 25 años (-0,69%), mientras que entre los mayores de dicha edad descendió en 19.598 personas, un 0,45% menos respecto a febrero. Empleo destaca que en el último año el paro entre los jóvenes de menos de 25 años ha bajado en 48.027 personas, un 10%.

    El paro baja en 13 comunidades

    La población extranjera incrementó su número de parados en el tercer mes del año en 4.599 desempleados respecto a febrero (+0,8%). En total, los inmigrantes en paro sumaban al finalizar el mes pasado 580.761 desempleados, con un descenso de 43.622 parados (-7%) respecto a marzo de 2013.

    El desempleo descendió en marzo en trece comunidades autónomas, especialmente en Comunidad Valenciana (-5.902 parados) y Cataluña (-5.119 desempleados) y subió en cuatro, encabezadas por Andalucía, con 10.060 parados más, y País Vasco, que sumó 2.112 nuevos desempleados.

    En cuanto a las provincias, el desempleo bajó en 37 de ellas, entre las que destacan Baleares (-3.500 parados) y Murcia (-3.223 parados), y subió en 15, encabezadas por Jaén (+8.776 desempleados) y Córdoba(+2.899 parados).


    Más contratos indefinidos

    En cuanto a la contratación, en marzo se registraron en el antiguo Inem un total de 1.216.637 contratos, un 25,4% más que en marzo de 2013. Del conjunto de contratos, 113.481 fueron contratos fijos, cifra que equivale al 9,3% del total de la contratación y que es un 15,7% superior a la de un año atrás.

    En marzo se comunicaron 9.637 contratos de formación y aprendizaje, un 55,2% más que un año antes, mientras que los contratos en prácticas sumaron 3.917, un 54,5% más respecto a marzo de 2013.

    En el tercer mes del año se realizaron un total de 13.554 contratos de carácter formativo, mientras que 1.089.602 fueron otro tipo de contratos de carácter temporal, el 29% de obra o servicio y el 25% eventuales por circunstancias de la producción.