jueves, 5 de agosto de 2010

Cientos de funcionarios disfrutarán de sus vacaciones en campos de trabajo

No podemos obviar al genial dirio online de noticias inventadas http://www.elmundotoday.com, que siempre, en tono de broma y con un gran derroche de imaginación y absurdidez, nos soprende en esta ocasión con esta noticia, que damos cabida en Parados Listos Ya!

El pequeño pueblo de Malaspiedras, en Aragón, recibe con los brazos abiertos cada verano a miles de voluntarios que deciden pasar allí sus vacaciones mientras contribuyen a reconstruir el pueblo y ayudan en las tareas de siembra y otros trabajos de campo. “Es una manera de desconectar y romper con la rutina, cambiar de aires, hacer algo que no haces el resto del año. Trabajar. Y sentirte también en comunión con la tierra, sabiendo que estás haciendo algo útil… Son unas vacaciones atípicas para muchos pero reconfortantes. Se lo recomiendo a todo el mundo”, dice un funcionario del Ministerio de la Vivienda.


En los campos de trabajo el despertador suena a las ocho y a las nueve la mayoría ya está con el pico y la pala picando piedra y abriendo zanjas. Y es que muchos parece que guarden fuerzas durante el año para darlo todo en vacaciones. “Hay mañanas que no me da tiempo a abrir el periódico. Por suerte los voy guardando y luego ya en septiembre me pondré al día en el curro y leeré los números atrasados”, explica Fermín, un funcionario de nivel 32 con más complementos que un navegador web.

“Es curioso porque, por la noche, experimentas una sensación que durante el resto del año es desconocida. Como si los músculos te dolieran o te pesaran, es como que te faltan las fuerzas y luego no tienes ganas de hacer nada más que tumbarte en la cama o ver la tele. Por aquí llamamos a eso ’sensación desagradable que surge después de haber trabajado’”, declara Fermín. “Mi mujer dice que se llama ‘cansancio’ y que es algo muy normal por lo que no debo preocuparme, que se me pasará al volver a casa y empezar otra vez con la rutina. También me han salido unas cosas en los dedos que dice ella que se llaman como una tapa: ‘callos’. Duelen un poco. Hay gente que viaja miles de kilómetros para hacer cosas exóticas y es curioso porque a veces no hay que salir de España para vivir algo nuevo”, insiste el funcionario.

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