lunes, 31 de enero de 2011

"Eres feo, eres gordo, olvídate de ascender"

“No se reconoce abiertamente en los procesos de selección, pero muchas compañías evitan conscientemente la contratación de personas obesas, poco agraciadas físicamente o con poco gusto a la hora de vestir”, asegura el abogado Javier García Espinar, de la Fundación pro Derechos Humanos. Esta tendencia, cada vez más frecuente en una sociedad donde la imagen tiene una importancia creciente, está dando lugar a un buen número de casos de discriminación.
Así lo reconoce un reciente informe de la OCDE, que señala cómo las personas con un índice de masa corporal de entre 30 y 40 tienen peores expectativas profesionales que aquellas que tienen un peso normal. Cuesta más que les contraten y, cuando lo hacen, suelen percibir un 18% menos. Además, estamos ante una tendencia que afecta especialmente a las mujeres. En EEUU, el 40% de las mujeres con un índice de masa corporal de entre 40 y 50 están desempleadas.

De modo que, por más que se niegue, asegura García Espinar, hablamos de casos muy reales. “En la inmensa mayoría de las ocasiones, este tipo de actitudes discriminatorias permanecen en la mente de quien hace la selección, que no verbaliza aquello que piensa. En otros, a pesar de que esas actitudes sean públicas, presentan un problema probatorio, con lo que poca gente se atreve a denunciar. Y, a pesar de todo, vemos como periódicamente salen a la luz casos de este tipo. Lo que conocemos es la punta del iceberg”.

Para Francisco Loscos, profesor del Departamento de Dirección de Recursos Humanos de Esade, más que ante una actitud genérica de discriminación contra los gordos y los feos, que puede darse en determinadas compañías o en sectores concretos, estamos ante una tendencia propia de nuestra época que no debe ser malentendida. “En una economía donde priman los servicios y la venta, la imagen es importante en la medida en que ha de estar en correlación con lo que se vende. Un profesional o un vendedor forman parte del proceso de transacción comercial y no puede haber un gap entre en la esencia y la presencia de las personas y el producto o servicio que venden, se trate de moda o de consultoría. Del mismo modo que en atención al cliente no puedes poner a alguien que utiliza palabras malsonantes o que insulta a la gente, en una tienda de ropa para chicos jóvenes no puedes poner como dependiente a un señor trajeado.Y no hemos de rasgarnos las vestiduras por ello”.
Esas necesidades específicas de determinados puestos son reconocidas por una sentencia de la Audiencia Nacional en la que se justificaba la existencia de un requisito de buena presencia en función de los empleos que se ofertaban: auxiliar de vuelo y tripulante de cabina. Para García Espinar, “se trata de una resolución cuyo contenido no comparto, ya que existen determinados preceptos jurídicos en los que podrían encajar estas conductas discriminatorias, pero desde esa sentencia, que tiene más de diez años, no hemos tenido otra en el mismo sentido”.

Para Loscos, vivimos en una economía que requiere una presencia determinada y debemos habituarnos a ello. Otra cosa, puntualiza, “es que contrates a una persona simplemente porque es guapa, que eso sí sería discriminatorio. Pero que elijas para formar parte de tu plantilla a alguien que encaja, por dentro y por fuera, con los valores de tu empresa, es totalmente lógico”. Para Loscos, esa selección tiene que estar basada en la esencia del negocio, “que no tienen nada que ver con la raza, el sexo o la edad, sino en la relación que mantienes con la tipología de cliente. Estuve trabajando en una empresa de retail en la que no contratábamos a personas que tuvieran tatuajes o piercings visibles, porque, dado el tipo de producto que vendíamos, el proceso de transacción comercial podía verse dañado”.


Sentirnos aceptados
Sin embargo, un asunto es hasta qué punto el aspecto físico dificulta la consecución de un trabajo, y otro las oportunidades que se cierran una vez dentro de la compañía por no disponer de la imagen adecuada. En las décadas centrales del siglo veinte, el directivo tipo lucía barriga, solía usar gafas y tendía a la calvicie. Hoy, los gestores suelen cuidar muchísimo tanto su cuerpo como su imagen. Como asegura Tomás Marcos, profesor en la Universidad Pontificia de Comillas y experto en Personal Branding, existen algunos elementos estéticos muy habituales entre los directivos, “como tener la piel más morena, peinarse de una manera determinada, emplear reparadores cutáneos o el interés por el wellness, y ello porque nos da la impresión de que vamos a ser más aceptados si cumplimos una serie de cánones”.

Las empresas exigen cada vez más una determinada actitud para aquellos que pretendan llegar a lo más alto, y eso es algo que debe dejarse notar también en la apariencia. Como asegura Loscos, “estamos en una sociedad donde hay un mayor culto al cuerpo y a la imagen y la empresa es parte del entramado social. Pero además, cuando una persona se cuida y se arregla está transmitiendo un mensaje positivo. En la empresa existen una serie de indicadores de conducta para valorar el rendimiento, y el cuidado es un buen indicador, ya que lo que una persona hace consigo mismo es también lo que hace con los demás”.

Lo que buscan las empresas hoy, asegura Loscos es gente que responda, que esté implicada y que se comprometa. “Los empleados, sean cual sea su grado de responsabilidad en la compañía, ha de tener interiorizada la esencia y la presencia que requiere el modelo de negocio”. Sin embargo, advierte Marcos, no debemos confundir presencia y reputación. “Hay gente que es muy guapa y tiene la imagen perfecta y, sin embargo, no es la más idónea para tener un cargo de responsabilidad en la compañía. Y al revés ocurre igual. Hay cantantes como Bob Dylan, que no tienen una buena voz ni una buena presencia y, sin embargo, seducen a la gente. Si hubiera tenido que concursar en alguno de los programas estilo academia de música que vemos hoy, no hubiera sido ni seleccionado. Y, sin embargo, es uno de los más grandes. Eso prueba que la imagen no es lo importante. Te puede servir para entrar a trabajar, pero no para subir. Para eso hace falta talento”.

Hemos de tener en consideración, afirma Marcos, que todos somos marcas, tanto si trabajamos por cuenta propia como ajena, y que ello lleva consigo determinadas exigencias estéticas. “Pero eso no significa que tengamos que vendernos a nosotros mismos, sino que tenemos que explotar nuestra singularidad. La marca personal consiste fundamentalmente en la forma en que eres percibido en la mente de los demás, en cómo la gente te ve y te interpreta. Y eso no está relacionado con maquillarse bien y parecer guapo. Toda la gente que tiene marca reconocida ha trabajado sus cualidades, ha reiniciado sus proyectos y ha aprendido de los fracasos”. Para Marcos, nuestro futuro profesional depende de que sepamos posicionarnos en la cabeza de los demás, de que sepamos hacerles ver que somos las personas adecuadas para los proyectos que van a poner en marcha, “y eso tiene poco que ver con la apariencia y mucho con la reputación”.

2 comentarios:

  1. INGENIERO 40 AÑOS, EN PARO 7.31 de enero de 2011, 16:49

    PRIMERO PARA ASCENDER EN ESTE PAIS HAY QUE SER BOTIN O PAJIN, LO DEMAS SON CHORRADAS.

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  2. SIN TRABAJO.DIFICILMENTE SE PUEDE ASCENDER.

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