Un día se hizo desde este blog un breve comentario y se recomendó este libro infantil. Un libro que como nos indica al final su autor se ha escrito en pasado pero podría haberse escrito en presente o futuro.
La historia trata de una niña, Momo, que sabía escuchar. Eso empezaba a ser algo dificil en los tiempos que vivía Momo, y lo que dió lugar a la aparición de los hombres grises. El cometido de estos hombres grises, trajeados, sin un rostro que pudiera diferenciar unos de otros no era otro que convencer a la población (desde empleados de fábricas y empresas, hasta hosteleros y pescateros, pasando por peluqueros, barrenderos, artistas, etc) para que ahorraran tiempo.
Según el autor, los hombres de gris "Eran unos hombres vestidos con trajes de un color gris telaraña. Incluso sus caras parecían ser de ceniza gris. Llevaban bombines y fumaban pequeños puros grises. Cada uno llevaba siempre un maletín gris plomo"
Pero... ¿Qué sentido tiene ahorrar tiempo? ¿Cómo se puede ahorrar tiempo? ¿Cuando podremos "gastar" el tiempo ahorrado?
El autor nos muestra la conversación entre un barbero que "perdía /malgastaba tiempo" en charlar con los clientes, dormir, y otras cosas improductivas de la siguiente manera:
“—Está bien. Pero, ¿qué haré con el tiempo que me sobre? ¿Tengo que depositarlo? ¿Dónde? ¿O tengo que guardarlo? ¿Cómo funciona todo eso?
—No se preocupe —le dirá el hombre gris—. De eso nos ocupamos nosotros. Puede estar usted seguro de que no se perderá nada del tiempo que usted ahorre. Ya se dará cuenta de que no le sobra nada.”
Efectivamente, como el resto de la sociedad, a partir de la aparición de los hombres grises la población no "malgasta" el tiempo sino que lo "ahorra". Todo el mundo está muy ocupado trabajando, nadie tiene tiempo para nada. No se puede malgastar un segundo de tiempo y aparecen las vidas de las personas planas, monótonas, estresadas. Desaparece la diversión y con ella la felicidad. Aparece el concepto Vivir para trabajar, y no Trabajar para vivir.
Por si fuera poco, Momo, nuestra protagonista, una niña de corta edad, se enfrenta a toda esa sociedad impuesta, a los hombres grises. No es la única. Los amigos de Momo también se enfrentan, pero su suerte es dispar.
Por ejemplo, el mejor amigo de Momo: Gigi, un cuentacuentos que vive feliz de las propinas que recibe haciendo lo que más le gusta -inventar y contar historias para los turistas rodeado de sus amigos- se ve aupado a la fama por los propios hombres grises hasta alcanzar "el éxito", un programa diario en televisión y una agenda tan sumamente apretada que no le deja tiempo para hacer lo que más le gusta: Inventar y contar historias rodeado de sus amigos. Ya no tiene amigos, solo mánagers; ya no inventa historias, las repite y las escriben sus guionistas. Así que se planta y quiere volver a tener tiempo para Momo, para sus amigos y para él, y así es como nos lo narra el autor:
"Ya no soy el pequeño Gigi, el desconocido. Ahora soy un gran hombre. ¡Veremos si podéis conmigo!
-Tú no eres nadie -dijo la voz- Nosotros te hemos hecho. Tú eres un muñeco de goma. Nosotros te hemos hinchado. Pero si nos molestas, te haremos desinchar. ¿Acaso crees en serio que lo que eres ahora lo debes a tu insignificante talento?
-Sí, lo creo -Contestó Gigi, ronco-
-Pobre, pequeño Gigi -dijo la voz- Eres y seguirás siendo un iluso. Antes eras el príncipe Girolamo disfrazado de pobre Gigi. ¿Y qué eres ahora? El pobre Gigi disfrazado de príncipe Girolamo. Aun así, deberías estarnos agradecido, porque, al fin y al cabo, hemos sido nosotros los que hemos hecho realidad todos tus sueños."
Y es que los hombres grises "se alimentan", viven, del tiempo ahorrado por las personas. Hace poco escuché a una persona entrada en años la siguiente reflexión: "A medida que envejezco y pienso que el tiempo que me queda es menor, calculo el que he entregado a los distintos hombres grises de los que he dependido y me doy cuenta que esos ahorros de tiempo ya nadie me los reintegrará. ¿Quién me devolverá el tiempo que debía haber empleado en amar, en jugar con mis hijos, en conocer a otros seres, en visitar otros lugares, en aprender las artes de la música y de la pintura, en leer, en escribir……..?"
Por eso quizá deberíamos ser un poco Momo, dedicar tiempo a escuchar y reflexionar antes de pitar en un atasco o adelantar por la izquierda en unas escaleras mecánicas para "ahorrar unos segundos".
Muy interesante, me leeré el libro, por lo que parece tiene mucha miga aunque se trate de un cuento infantil.
ResponderEliminarHola. Yo soy un hombre gris, tengo una empresa y sino le dedico a mi empresa más de 18h al día no tendría dinero para poder pagar la comida de mis hijos. ¿Qué dice el librito que tengo que hacer?
ResponderEliminarTodo muy bonito, pero la realidad es que tenemos que comer, vestir , dormir a cubierto, curar nuestras enfermedades, etc, etc,.
ResponderEliminarLos cuentos como los sueños cuentos y sueños son.
Ciudadano mayor, llámame idealista, pero igual que yo conocerás "hombrs grises" sin familia que solo han pensado en trabajo, y que acuestan a sus hijos las asistentas y "hombres de colores" que también comen, se visten, duermen a cubierto y como salen a las 15:00h de trabajar saben volar cometas con sus hijos por las tardes...
ResponderEliminarWow, los hombres grises si existen, y se atrevieron a publicar los primeros 2 comentarios.
ResponderEliminarEl libro sirve para que aprendamos a "invertir" nuestro tiempo en la familia, en cosas, situaciones, experiencias, que no siempre vamos a poder disfrutar