Tras más de cuarenta años como portavoz de la injusticia social y política, el realizador francogriego Constantin Costa-Gavras confiesa su decepción por el adormilamiento social en un momento en el que él opta por dar una visión más luminosa de la emigración en Edén al Oeste. "La sociedad ha ido a peor. Antes, al menos, había esperanza", explicó Costa-Gravras, quien ha decidido imprimir un tono de fábula mágica a su nueva película, que llega este fin de semana al circuito comercial español tras pasar por la Mostra de Valencia.
"Ha cambiado todo radicalmente y yo también he envejecido mucho", dice con más firmeza que melancolía el que denunciara la mano invisible de EE. UU. en la dictadura de Pinochet en Desaparecido o retratara las trabas en la investigación de la muerte de un líder pacifista griego en Z.
"En los 60 y 70 podíamos tener posiciones claras. Había dos grandes bloques y elegir uno de ellos, filosóficamente, marcaba ya el camino", dijo. "Hoy se habla de dos ideas bastante básicas como libertad y democracia como si pudieran resolver todos los problemas. Pero la democracia se ha banalizado absolutamente. El mundo está dirigido por las grandes empresas", aseguró.
En Edén al Oeste, aborda la problemática de la emigración desde una perspectiva diferente. "Quería mostrar al emigrante no como un portador de drama y tragedia, sino como alguien que trae luminosidad a la gente de ese mundo supuestamente más rico", aclaró.
Elias (Riccardo Scamarcio), el protagonista, desde que desembarca en las islas griegas hasta que llega a París ejerce como catalizador de las deficiencias emocionales que emergen en el bienestar. "Hay tanta soledad a un lado como al otro", sentencia el director.
"Ha cambiado todo radicalmente y yo también he envejecido mucho", dice con más firmeza que melancolía el que denunciara la mano invisible de EE. UU. en la dictadura de Pinochet en Desaparecido o retratara las trabas en la investigación de la muerte de un líder pacifista griego en Z.
"En los 60 y 70 podíamos tener posiciones claras. Había dos grandes bloques y elegir uno de ellos, filosóficamente, marcaba ya el camino", dijo. "Hoy se habla de dos ideas bastante básicas como libertad y democracia como si pudieran resolver todos los problemas. Pero la democracia se ha banalizado absolutamente. El mundo está dirigido por las grandes empresas", aseguró.
En Edén al Oeste, aborda la problemática de la emigración desde una perspectiva diferente. "Quería mostrar al emigrante no como un portador de drama y tragedia, sino como alguien que trae luminosidad a la gente de ese mundo supuestamente más rico", aclaró.
Elias (Riccardo Scamarcio), el protagonista, desde que desembarca en las islas griegas hasta que llega a París ejerce como catalizador de las deficiencias emocionales que emergen en el bienestar. "Hay tanta soledad a un lado como al otro", sentencia el director.
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