jueves, 18 de julio de 2013

Cinco motivos que, por lógica, harían dimitir a un político inocente (y decente)


Luis Bárcenas sólo podía admitir lo obvio, que ya había contado días atrás a El Mundo (ver aquí). Su ex partido sólo tenía dos opciones: reconocerlo o negarlo. Ha optado por la segunda. Admitamos “pulpo” como animal de compañía y tratemos de explicar por qué también, con la insólita compañía del hipotético pulpo, la situación política de Rajoy tampoco se sostiene por ningún lado.

1. ¿Quién colocó a Bárcenas en su puesto de gerente del partido en 2008? ¿Aznar? ¿Fraga? ¿Las bases? No. Fue Rajoy. Sólo por esta incontrovertible realidad, quien eligió tan mal sus colaboradores debe dar un paso al frente, reconocer su error y asumir las consecuencias.

2. Si Bárcenas es un delincuente, tal y como afirmó el portavoz parlamentario del PP, Alfonso Alonso, ¿acaso no perpetró sus presuntos delitos como gerente de uno de los dos grandes partidos españoles? ¿O lo hizo como socio de un club de golf? ¿De qué se le acusa a Bárcenas sino de estar inmerso en una trama de financiación política ilegal? ¿Quién era supuestamente beneficiario de esa supuesta trama de financiación sino el mismo Partido Popular (aparte del propio Bárcenas, digo yo)? ¿A cambió de qué los empresarios entregaban dinero al PP sino de favores administrativos: licencias, concesiones, contratas, etc?

3. El gerente de un partido de las dimensiones del PP no trabaja, por mucho que se empeñen sus defensores acérrimos, al mismo nivel que un “un simple empleado”. El gerente de un gran partido político español controla más poder que muchos diputados y senadores. Es más: cualquier persona que controla las finanzas de una organización, de la que sea, suele codearse con el máximo nivel la jerarquía. Si Rajoy sabía de los sobresueldos, debe dimitir por haberlos consentido. Si los desconocía, de igual modo debe hacerlo por no enterarse de prácticas tan miserables que que se perpetraban a escasos metros de distancia.

4. ¿Puede permitirse un partido de Gobierno a confiar su dinero (nuestro dinero, recordemos) a alguien que deposita sus ahorros personales fuera del alcance de la Hacienda pública? ¿Con qué cara le pide Rajoy un esfuerzo a los españoles, con qué cara nos aumenta IRPF e IVA, si quienes debían predicar con el ejemplo, empezando por el ex tesorero de su partido, lo ha evitado deliberadamente? ¿Recuerda Rajoy esta nota que él debió de suscribir, pues salió de su cuartel general el día que Bárcenas dimitió de sus cargos?



5. “Bárcenas delincuente”. “Bárcenas chantajista”. “Bárcenas corrupto”. Son calificativos que no sólo emplean los amigos de Rubalcaba, sino los simpatizantes, miembros e incluso altos cargos del PP. ¿En qué cabeza cabe que Bárcenas pudo haber desarrollado estos delitos, chantajes y corruptelas sin aprovecharse de sus cargos en el partido? ¿Cómo puede una persona ingresar semejantes cantidades de dinero B en su cuenta personal si no hay un constructor que lo entrega, un concejal que hace de intermediario, un cargo autonómico que lo gestiona… en definitiva: si no hay una trama entre su origen y destino final? Volvemos a lo mismo: ¿qué debe hacer el presidente de un partido que ignora las 
barbaridades que suceden en su propia casa?

Por último, señor Rajoy, ¿no le avergüenza haber contado entre sus amigos -al menos amigo de móvil- a alguien que hace públicas las conversaciones que ha mantenido con usted? ¿No podría, al menos, reconocer su consternación por haberlo contado entre sus allegados y haberle propuesto en público como “ejemplo de lealtad”? ¿No debería, aun no siendo usted culpable de sus presuntas fechorías, dejar el sitio a otro menos impregnado del olor nauseabundo que despide todo este caso? ¿No sería ése un síntoma de decencia e inocencia? ¿Qué debemos deducir, entonces, de su inacción en este caso? ¿Hace falta que le recuerde lo que decía Cospedal no hace mucho?

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