Es cercano pero cauto. Un hombre con fama de duro, tenaz y trabajador que se ha labrado su propia biografía, sin pedigrí intelectual, pero muy familiarizado con los problemas diarios de los ciudadanos de a pie, los que ha tenido que resolver en sus años como alcalde de L´Hospitalet. Ahora le ha tocado bailar con la más fea, resolver el gran problema, el más grave que sufre nuestra maltrecha economía, el azote del paro, al que mira de frente. No se arruga, es optimista, aunque reconoce que a veces siente impotencia. El diario ABC pudo hablar con él
ayer domingo.
Mayo dio una tregua al paro, pero ¿a qué atenernos en próximos meses?
Es muy difícil hacer predicciones porque se ha demostrado que todas las realizadas han tenido que ser modificadas al cabo de los meses. Y no sólo lo hemos hecho nosotros, también los gobiernos de media humanidad. La ventaja es que a partir de ahora vamos a poder comparar mes con mes dentro de la crisis, que empezó a tener efectos en mayo de 2008. ¿Cual es mi impresión? El ajuste tan duro que se ha producido en el empleo, especialmente en construcción -ha expulsado a 700.000 trabajadores en los últimos meses- no creo que se vuelva a repetir en otoño. Puede que septiembre y octubre no sean positivos para el empleo, pero no creo que octubre de 2009 vaya a tener nada que ver con octubre de 2008. Hemos pasado lo peor.
Los efectos coyunturales del Plan de Inversión Local están siendo muy discutidos.
Todos los gobiernos del mundo están tomando medidas de coyuntura, ahí están, por ejemplo, las ayudas al sector del automóvil. La crisis golpea a las economías, está produciendo un efecto de contracción del consumo muy potente, un ajuste de la producción y un aumento del desempleo. Es como cuando un enfermo crítico llega a un hospital, lo primero que hay que hacer es llevarle a un box y ponerle medicación para intentar salvarle y una vez estabilizado debatir sobre el tratamiento. El Plan E es un plan de choque para una economía que llega en dos meses a la UVI y ha producido un efecto devastador sobre el empleo.
¿Cuál será el tratamiento a futuro?
Si la economía se ha estabilizado y hay signos de mejora, igual no es necesario que planes de este tipo continúen. El Gobierno alemán, italiano, español.. ¿Van a seguir dándole todo la vida 2.000 euros al que quiera comprar un coche? Llegará un día en el que quien quiera comprar un coche se lo tendrá que pagar. En esta crisis hay que trabajar con faros cortos y largos. Los cortos son necesarios para atender la necesidad inmediata y los largos, el futuro.
Usted se resistió a una España con cuatro millones de parados, ¿y con cinco?
En el último año todas las previsiones se han ido modificando y, desgraciadamente, a peor. No ha quedado ni un solo indicador que se pudiera predecir hace siete meses y se haya cumplido. Cuando dije que no llegaríamos a cuatro millones de parados me basaba en el cuadro macroeconómico del Gobierno, que hoy sigue vigente, y que contemplaba un escenario de desempleo que no llegaba al 17% este año. Ese escenario, con una población activa como la que tenemos, no suponía cuatro millones de parados. Ahora no quiero hacer un juego de palabras; el paro registrado es el que es y afecta a 3.620.000 personas. Es innegable que la crisis está golpeando al empleo y no se trata de discutir sobre si hay cien mil parados más o cien mil parados menos. Son muchos cuatro millones, los que refleja la EPA, y son muchos 3.620.000, los que reflejan los servicios públicos de empleo.
¿Cuándo habrá en España creación neta de empleo?
Va íntimamente relacionada con el crecimiento económico y mientras éste sea negativo no se producirá creación neta de empleo. En esta crisis hemos entrado a velocidad de huracán, pero no saldremos a la misma velocidad.
¿Es partidario de modificar el actual sistema de protección por desempleo?
No, ni en tiempo ni en cantidad porque creo que es el adecuado. Lo que está ocurriendo es que personas que perdieron su empleo y pasaron al paraguas de la protección han agotado sus prestaciones y todavía la economía no ha generado el empleo suficiente para que puedan volver al mercado laboral, motivo por el que están desprotegidas. Ahí cabe hacer la reflexión sobre qué tipo de renta de acompañamiento durante un tiempo se hace para esos colectivos, renta que siempre irá ligada a la formación para poder volver al empleo. No me refiero a subsidios. Es más, estoy en contra de que se amplíen subsidios por subsidios. Ahora, que han pasado las elecciones, espero que este asunto se debata en el diálogo social y se acuerden las medidas a adoptar.
Las regulaciones de empleo son el pan nuestro de cada día...
Soy un defensor de los ERE porque creo que es un buen instrumento pero, evidentemente, bien utilizado. ¿Por qué es un buen instrumento? En una crisis como la actual hay que salvar el máximo tejido productivo y hacerlo sin dañar los derechos legítimos de los trabajadores. Si en una crisis el tejido productivo desaparece costará mucho volver a ponerlo en funcionamiento cuando se supere la crisis. Pero si una empresa, que ya cuenta con cartera de clientes, tecnología, producción y mercado, tiene una caída de la demanda importante y puede ajustar su plantilla a esa caída de la producción, en el momento en el que salga de la crisis estará en la parrilla de salida. Si la empresa desaparece, volver a reconstruirla costará mucho. El ERE es un buen instrumento siempre que se negocie, son negociados el 90% de los que llegan a la autoridad laboral y no se pone en duda la buena negociación.
¿Cuándo se pone en duda?
Sólo en aquellos casos en los que estos ERE llega sin negociación, que es cuando tiene que intervenir la autoridad laboral bajo dos principios: salvar el tejido productivo y no dañar los intereses legítimos de los trabajadores.
Usted se ha pronunciado a favor de regulaciones temporales, pero en España nos hemos acomodado a los ERE de extinción.
Hay que apostar por el ERE de suspensión temporal porque el de extinción se convierte, sin remedio, en cierre.
Desde el Ministerio que dirige se ha criticado el uso que algunas grandes empresas han hecho del ERE, frecuentemente para flexibilizar plantillas.
Cuando esto ha sucedido, el Ministerio de Trabajo ha adoptado una posición beligerante. No se trata de dar nombres, pero muchos ERE cuando han llegado al Ministerio han sido modificados, porque tal y como llegaban estos expedientes no era posible aprobarlos. En ocasiones, cuando este ministerio ha mediado en la negociación, los resultados han sido buenos, alguna empresa ha podido mirar al futuro con buenas expectativas.
CEOE ha reclamado regulaciones exprés.
Reclamar la desregulación total y la no intervención de las autoridades públicas después de la que ha caído... Mucha culpa de lo que estamos padeciendo ahora se debe a la falta de normas y controles.
¿Qué opina sobre el uso ya habitual de las prejubilaciones a los 48 y 50 años?
En España se ha abusado de las prejubilaciones. Es una idea que habría que combatir culturalmente porque es una barbaridad que una sociedad se instale en la idea de que cuando un trabajador llega a los 50 años ya no vale para nada y lo mejor es prejubilarlo. Una sociedad que tenga que basar su futuro sobre las espaldas de una generación de entre 30 y 50 años es una sociedad que está condenada al fracaso. Las prejubilaciones y jubilaciones anticipadas tienen que ser la excepcion, nunca la regla y ser utilizadas solamente cuando no hay remedio, en el caso de que una empresa necesite un ajuste de tal magnitud que para poder llevarlo a cabo tenga recurrir a una jubilación anticipada.
¿Qué le diría a una empresa que utiliza este recurso y no está en esa situación?
Que invierta en formación continua para que un trabajador a los 50 años siga siendo productivo y el capital de la experiencia adquirida lo pueda poner al servicio de la empresa de forma actualizada.
El debate salarial está en la calle. Unos sufren congelaciones y recortes, otros parece que están al margen de la crisis...
Hay que distinguir entre una empresa que haya recibido o reciba ayudas públicas, que no debe primar con incentivos salariales a sus altos cargos, y empresas que no tienen que ver con el sector público y determinan el régimen salarial que aplican a sus empleados. A estas últimas les diría que en un momento de crisis como el actual, de dificultades, es necesario un mensaje de contención, que los altos directivos y las empresas hagan un gesto para contener los gastos. Y sí diría a los sectores en los que sus trabajadores tienen altos sueldos que no den lecciones de contención a los que ganan poco más de 1.000 euros.
Los economistas han alertado de la fractura que existe en el mercado laboral, dominado por la temporalidad.
Es necesario abordar este debate porque, efectivamente, España tiene un mercado muy dual. Cinco millones de personas entran y salen cada año del mercado, el 89% de los contratos que se realizan en un año, entre 14 y 16 millones, son temporales y sólo entre el 9% y el 11%, depende del mes, son fijos. Este es un problema que hay que abordar, pero abordarlo supone encontrar un nuevo modelo, hacer que el futuro pase por compatibilizar la flexibilidad que todo mercado necesita, pero teniendo en cuenta que más flexibilidad no significa más precariedad, que no es incompatible con seguridad.
El superávit de la Seguridad Social mengua a una velocidad de vértigo por la crisis.
La Seguridad Social acabará con superávit este año, las pensiones están fuera de peligro, tienen buena salud y están garantizadas durante los próximos quince años. Esta situación no evita que empecemos a hablar de reformas porque el componente demográfico será muy diferente en 2030 y habrá que ver cómo se adapta el modelo a futuro, sin que signifique introducir elementos de inseguridad sobre la viabilidad de las pensiones. Hoy hay tres datos básicos: que existen 2,6 cotizantes por jubilado, un fondo de reserva de 57.000 millones de euros y una previsión de superávit para final de este año que oscilará entre el 0,5% y el 0,3%, en la posición más conservadora.
¿Apoyaría una prolongación de la edad de jubilación más allá de los 65 años?
No se trata de alargar la edad de jubilación sino de apostar por dos vías diferentes. Una, hacer que las jubilaciones anticipadas vayan siendo cada vez menos e ir acercando la edad media de jubilación de los 63 actuales a 65 años. Y paralelamente, estudiar fórmulas para incentivar la voluntariedad de la permanencia en el empleo después de 65 años, haciéndolo interesante para la persona que decide permanecer en mercado laboral y para la empresa. Hay sectores en los que un trabajador con 65 años está en plenitud de conocimientos, por ejemplo, en sanidad o investigación.
¿El paro le ha quitado el sueño?
No, pero he sentido muchas veces la impotencia que provoca que por mucha dedicación y trabajo que quieras poner a la resolución de este problema es como un muro débil delante de la fuerza que tiene la ola. Pero lo que no se debe hacer nunca es arrugarse, por muy difícil que sean las cosas, jamás se debe tirar la toalla. Es una máxima en mi vida, en la que no todo ha sido fácil, porque he tenido que luchar contra elementos que siempre han significado dificultades. Y el paso del tiempo no me ha hecho inmune a determinadas situaciones, que me siguen afectando, aunque no hasta el extremo de quedarte agazapado. Hay que recobrar fuerzas cada día y yo lo hago. Impotencia he sentido muchas veces, pero debilidad y flaqueza nunca.
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