El primer ordenador, la antigua cámara de fotos, el traje de novia... una larga lista de objetos que se acumulan en los trasteros de casa ahora pueden disfrutar de una nueva 'vida': las tiendas de segunda mano.
De manera silenciosa y poco a poco, estos negocios que compran objetos ya usados para luego venderlos a un precio rebajado y competitivo (los descuentos oscilan entre el 20% y el 60%) están haciendo de la crítica situación económica su particular agosto.
"A nosotros nos ha venido bien", afirma Ángel Bustamante, gerente de Second Market, uno de los negocios de este tipo que se sitúa en Madrid. "Hemos notado un aumento de compra al público entre un 15% y un 20%" algo que ha repercutido en un aumento de sus ventas en "un 15%", afirma.
Esta tendencia se repite en Cash & Converter. Alejandro de Reguero, director de marketing de la compañía en España y Portugal, confirma que en el último año más personas "vienen a traernos sus productos", aunque las ventas "tienen un comportamiento más irregular".
"La gente no lo miraba con buenos ojos, no tenía la cultura de ponerse cosas que no eran nuevas", explica Noemí Logroño, propietaria de Luva Reestreno, una pequeña tienda en la que prendas de vestir y complementos femeninos viven una segunda juventud. "Ahora están entrando personas que antes era impensable", dice.
Logroño explica que "se nota la crisis porque mucha gente llama para que le compremos la ropa. Ya no quieren vaciar sus armarios, sino que necesitan el dinero y cada vez más nos dicen: ¿cuánto me das? y ¡lo quiero ya!". "Si no estuviésemos en esta crisis, el consumismo seguiría como antes", concluye.
Un nuevo cliente
A la luz de estas apreciaciones, resulta evidente que la situación económica actual está modificando los hábitos de consumo, pero también el perfil de los clientes.
"Hemos ampliado el tipo de clientela", explica Bustamante, "ahora no sólo viene el típico chaval que quiere sacar un dinero para el fin de semana, sino también señores de 40 y 50 años que llegan un poquito 'ahogados' a fin de mes". El gerente de Second Market afirma que "hay clientela de todas las clases: clase media y también de clase media-alta" que ahora traen "relojes buenos, joyería..." para venderlos.
La sociedad se ha dejado seducir por el modelo de la segunda mano y ha depositado su confianza en un tipo de negocio que en España aún no está demasiado extendido. Una mujer que acababa de vender su sillón de masaje confirma con energía que el intercambio merece la pena, aunque todo "depende de lo que necesites y de lo que pidas".
La combinación de variedad, precio y buena calidad es el punto más atractivo de este negocio. En locales como Cash & Converter o Second Market se pueden comprar y vender todo tipo de productos, desde cascos de motocicleta hasta instrumentos musicales, pasando por un sinfín de familias de las que quedan excluidos los muebles y electrodomésticos grandes, así como la ropa.
"Lo más raro que nos han traído han sido unos dientes", comenta Bustamante.
Al margen de objetos tan personales como éste, los videojuegos, la telefonía móvil, los elementos de imagen y sonido y la joyería son los artículos que más éxito tienen, no en vano, su compra ha experimentado un enorme auge en los últimos meses.
Precios atractivos y rentables
Por lo general, las tiendas conocen el precio que el producto alcanza en el comercio de 'primera mano' y lo toman como referencia para marcar un coste que les reporte beneficios al mismo tiempo que resulte competitivo para el comprador.
En Second Market, por ejemplo, intentan que el precio final de sus mercancías doble la cantidad que pagan por él. "Por ejemplo, algo se compra a 20 y se vende en 40. En productos más de intercambio (los que se venden con mayor rapidez), se saca un poquito menos, un 30%", desgrana Bustamante. En este último grupo se encuentran principalmente los artículos de electrónica, que son los que más trasiego experimentan.
Noemí Logroño se fija en la calidad de unas prendas que cada vez recibe con mayor asiduidad. "Una camisa de Zara que te cuesta 40 euros, aquí yo puedo venderla por tres euros", comenta.
Ahora bien, ¿qué puede mover a una persona a intentar vender su dentadura postiza? Los responsables de este tipo de negocios no lo dudan: el dinero o, mejor dicho, la falta de dinero.
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